Los comentarios negativos y las opiniones no solicitadas sobre el físico de algunas personas famosas en las redes sociales están a la orden del día.
Si haces la prueba y realizas una búsqueda, verás cómo encuentras ejemplos sin demasiados esfuerzos.
Y para muestra, no uno sino tres botones.
#1 Comentario sobre unas fotos en bañador de la cantante y actriz Camila Cabello:

La usuaria que publica el tuit defiende a Cabello y critica que se califique su baño como “una lección de amor propio”. No así el primer comentario que aparece en la imagen, que es una retahíla de tópicos que se suelen utilizar para referirse a personas con sobrepeso u obesidad, a las que se les supone dejadez, falta de ejercicio, poca disciplina y mala alimentación.
#2 Comentario que pretende ser jocoso sobre el físico del exfutbolista Wesley Sneijder, que, según el tuitero, tras colgar las botas, está disfrutando “demasiado” de la vida, todo ello sin tener ni la más remota idea de la situación personal del exjugador holandés:

#3 Comentario de una storie en Instagram en la que la presentadora y actriz Tania Llasera reclama la unificación de tallas y pone el foco en Zara:

El primer usuario reprocha a Llasera que eche las culpas a Zara porque no se le ajustan los pantalones y le sugiere que, si quiere utilizar tallas más pequeñas, se esfuerce en hacer ejercicio y mejorar su alimentación.
Vistos estos ejemplos, puedes pensar que estas actitudes son exclusivas de las redes sociales, las cuales, gracias al anonimato, se convierten a menudo en una fuente de reproches e insultos a la que muchas personas acuden para desahogarse, lanzar sus pullas y dar rienda suelta a su ira.
Pero estos comentarios no se limitan ni mucho menos a las redes sociales. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos recibido comentarios y opiniones sin ton ni son sobre nuestro físico, algunos que pudieran parecer inocentes, otros directamente dañinos, muchos de ellos procedentes de nuestro entorno más cercano.
Por eso, desde Demos el PASO, que empezó a caminar, entre otros motivos, con la determinación de condenar y erradicar el estigma que arrastran las personas con sobrepeso u obesidad y que puede acarrear graves consecuencias sobre su salud, hemos decidido coger el toro por los cuernos y abordar este tema.
En relación con todo ello, son muchas las preguntas que nos asaltan.
¿En qué consiste exactamente el estigma vinculado al sobrepeso u obesidad?
¿Existe el estigma en el entorno médico?
¿Qué podemos hacer para eliminar el sesgo del peso?
A estos y a otros interrogantes intentamos dar respuesta a continuación.
Es momento de ponernos un poco serios.
Pero no te asustes, para nada pretendemos hacer un artículo científico en el que nos podamos perder con facilidad. ¿Nos acompañas?
El estigma de la obesidad… ¿De qué se trata?
En un artículo publicado en la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética en el año 2021, se define el estigma vinculado al sobrepeso u obesidad como «la discriminación, la exclusión y el rechazo socialmente aceptado que daña a las personas que viven en esta situación». Esta actitud de repulsa «parece surgir del pensamiento o la creencia social que sostiene que la obesidad es una enfermedad provocada por el propio individuo que la padece».
Así pues, se tiende a culpabilizar a la persona que vive con obesidad de su situación sin tener en cuenta pruebas científicas, globalmente aceptadas, que demuestran que estamos ante una enfermedad crónica con múltiples factores que la ocasionan (genéticos, ambientales, psicológicos, endocrinos, neurales, políticos, económicos y de estilo de vida).
Parafraseando el artículo citado más arriba, «una persona con sobrepeso u obesidad suele ser calificada socialmente como ‘vaga’, ‘insaciable’, ‘sin fuerza de voluntad’ y ‘sin autodisciplina’, aunque estos argumentos carezcan de evidencia científica».
De hecho, la genetista Cecilia Lindgren, directora del Instituto de Macrodatos de la Universidad de Oxford y especialista en obesidad, revelaba en una entrevista en El País que «basta con un exceso de 100 calorías al día para ganar 3 o 4 kilos al año», con lo que desmontaba «el falso mito de que las personas obesas se atiborran».

Todo ello, «sumado a las propias repercusiones clínicas de la obesidad, afecta drásticamente a la salud mental de estas personas, a su rendimiento, a sus oportunidades, entre otras, puesto que su estigmatización es una situación presente en el ámbito laboral, en el educativo, en los medios sociales y de comunicación e incluso en entornos sanitarios».
El estigma también existe en entornos médicos… ¿En serio?
Aunque pueda resultar paradójico, y tal como se apunta en el artículo de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética al que hemos hecho referencia, existe la certeza de que hay profesionales de la sanidad que son una fuente común de estigma.
En este sentido, la nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles apuntaba en El Periódico de España que «la gordofobia en la medicina no solo existe, sino que está estudiada». Según Robles, «la estigmatización es un problema real. Los sanitarios vivimos en un contexto y nos educamos con unas ideas concretas sobre las personas con sobrepeso. Y eso lo trasladamos a la consulta».
Así mismo, la psicóloga y redactora técnica Marina Pinilla, en un artículo publicado en el web Ethic, utilizaba la expresión gordofobia sanitaria para referirse a una «forma de negligencia que se produce en el ámbito sanitario y cuyas repercusiones a nivel personal no solo atentan contra la salud mental, sino que ponen en riesgo la salud física del propio paciente».

También el doctor Miguel Angel Dobón, jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, ahondaba en esta idea en un vídeo de una campaña contra el estigma de la obesidad promovida por este hospital aragonés: «La falta de empatía con los pacientes con obesidad y su culpabilización es especialmente grave en aquellos profesionales que nos dedicamos a tratar a los pacientes».

Es más, Dobón incluía también a la Administración como responsable de esta estigmatización: «Es todavía más intolerable la ausencia del trato debido y del respeto para personas con estas patologías por parte de la Administración».
Así como las redes sociales son una fuente inagotable de actitudes gordofóbicas y estigmatizantes, también encontramos en ellas un sinfín de historias personales de pacientes que ponen de manifiesto la existencia del estigma en entornos sanitarios.
Son muchos los pacientes que denuncian que acudieron a una consulta médica por una dolencia concreta que no tenía nada que ver con el peso y que salieron de ella con la prescripción de bajar de peso o de cambiar la alimentación.

Cortar de raíz el estigma de la obesidad… ¿Qué podemos hacer?
Coincidiendo con el Día Mundial de la Obesidad de 2020, 100 organizaciones médicas y científicas de todo el mundo publicaron en la revista Nature Medicine una declaración en la que pedían que se reconociera que las narrativas no científicas sobre la obesidad son una de las principales causas del estigma y demandaban políticas y leyes para prevenir la discriminación basada en el peso.
En dicha declaración, se apuntaban algunas de las medidas que debemos tener en cuenta si queremos cortar de raíz el estigma de la obesidad:
- Tratar a las personas con sobrepeso y obesidad con dignidad y respeto.
- Abstenerse de utilizar un lenguaje, imágenes y narraciones estereotipadas que describen de manera injusta e inexacta a las personas con sobrepeso y obesidad como perezosas, glotonas y sin fuerza de voluntad o autodisciplina.
- Alentar las iniciativas educativas destinadas a erradicar los prejuicios sobre el peso mediante la difusión de los conocimientos actuales sobre la obesidad y la regulación del peso corporal.
- Apoyar las iniciativas destinadas a prevenir la discriminación de peso en el lugar de trabajo, en los ámbitos educativos y en los centros de salud.
Si has llegado hasta aquí, puede que tu percepción sobre las personas con obesidad haya cambiado. Es cierto que las narrativas y los pensamientos extendidos socialmente a lo largo de los años son muy difíciles de modificar, pero también lo es que no es imposible. Valga como ejemplo la relación de la sociedad con el tabaco.
Si quieres contribuir a que las personas con obesidad tengan un trato más justo y puedan vivir con dignidad y respeto, lejos de las miradas acusadoras, de los comentarios dañinos e incluso de las humillaciones y descalificaciones, nos encantaría que difundieras este artículo y que denunciaras cualquier atisbo de discriminación del que fueras testigo.
Buen artículo. Sólo recomendaría dejar de usar el término sobrepeso y obesidad, y referirse a las personas de cuerpos grandes como personas gordas o personas de cuerpo grande. La definición de “sobrepeso” y “obesidad” se basa en el IMC, que es una herramienta obsoleta que no tiene sustento científico, por lo tanto su categorización no tiene base.
Apreciada Teresa, agradecemos tu comentario constructivo referente al lenguaje con el que nos dirigimos a la sociedad cuando hablamos de obesidad, y que el IMC debería ser sustituido por otros parámetros más concisos. No estamos de acuerdo, sin embargo, en que la denominación ‘persona gorda’ sea aceptable en nuestra sociedad, por la elevada carga negativa que conlleva.
Atentamente,
demoselpaso.com
Felicito a todo los profesionales que están siendo empáticos con todas las personas que viven con sobrepeso u obesidad, la estigmatización en cualquier tipo de enfermedad no ayuda en nada.
Los profesionales de la salud debemos respetar al paciente y ayudarlo mediante la asesoría y orientación para que mejore su salud.