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La obesidad en el mundo: tradiciones, creencias y herencias culturales

Ahora que el turismo parece que empieza a recuperarse, en este artículo te proponemos un viaje por cuatro puntos del planeta que se caracterizan por presentar tradiciones, creencias y herencias culturales que explican la presencia, en mayor o menor grado, de la obesidad entre determinados sectores de sus poblaciones.

Empezaremos nuestro recorrido por Japón para ver cómo afecta el sumo, una de sus tradiciones milenarias, a los luchadores; viajaremos hasta Mauritania para conocer por qué muchas chicas, lejos de querer adelgazar, hacen todo lo posible para engordar; visitaremos los monasterios budistas de Tailandia y sabremos por qué los monjes tienen un serio problema para controlar su peso, y cerraremos nuestro viaje en las Islas Cook, un paraíso natural donde la población presenta unos altos índices de obesidad debido, en gran parte, a la adopción del estilo de vida occidental.

¿Nos acompañas?

Japón: los luchadores de sumo,
la excepción en un país con un
bajo índice de obesidad

Una de las tradiciones más conocidas de Japón es el sumo. Se trata de un deporte de combate donde dos luchadores, de notable envergadura y con una gran masa corporal, ataviados únicamente con una especie de pañal, se empujan a pulso con el objetivo de lanzar a su contrincante al suelo o fuera del círculo de combate.

Los combates de sumo tienen mucho de ritual y a los luchadores, que deben seguir una dieta muy estricta para lograr el peso necesario y poder luchar con garantías de éxito, se les considera casi como dioses.

Los requerimientos mínimos de altura y peso para entrar en el mundo del sumo son, respectivamente, de 170 centímetros y 75 kilos. Unas condiciones nada exigentes si tenemos en cuenta que Japón es el país desarrollado con menor índice de personas con obesidad. Una vez se inician en este mundo, los luchadores que más prometen ingresan en unas residencias donde se los alimenta para que crezcan y engorden. 

La dieta de un luchador de sumo se basa en el chanko-nabe, un cocido a base de carne, pescado, verduras y marisco, según la estación del año. Los luchadores, que pueden llegar a pesar cerca de 280 kilos, consumen entre 6.000 y 8.000 calorías en sus dos comidas diarias, lo que supone entre 12.000 y 16.000 calorías cada día.

A pesar de que la dieta de los luchadores es muy rica en vitaminas y minerales, por la gran variedad de carnes, pescados, cereales y vegetales que incluye, el hecho de que muchas veces tengan que comer a la fuerza les puede afectar emocionalmente y no todos están preparados para seguir este ritmo.

¡Ojo al dato!

Los combatientes de sumo suelen tener una esperanza de vida de entre 60 y 65 años, 20 por debajo de la media japonesa, que es de las más altas del mundo. 

Mauritania: donde “la mujer ocupa en el corazón del hombre el mismo espacio que ocupa en su cama”

Dice un proverbio muy arraigado en Mauritania que “la mujer ocupa en el corazón del hombre el mismo espacio que ocupa en su cama”. Y es que en este país del África subsahariana la obesidad femenina es un símbolo de belleza y todavía hoy muchas jóvenes se ven obligadas a recurrir a prácticas nada saludables para ganar peso y lograr la aceptación de la comunidad.

A pesar de que el gobierno mauritano prohibió estas prácticas en la década de 2000 y de que se han hecho varias campañas de sensibilización en los medios de comunicación, todavía persiste entre la población árabe que vive en zonas rurales de este país la mentalidad de que la gordura en las mujeres es sinónimo de hermosura y demostración de riqueza y buena salud.

En el pasado se mandaba a las chicas a una especie de campamentos donde eran alimentadas a la fuerza con una dieta hipercalórica a base de carnes rojas, mantequilla, leche de camella y gachas de mijo para que adquirieran la consistencia necesaria con la que lograr un buen matrimonio.

Hoy en día los métodos de engorde son otros. Las jóvenes mauritanas, sometidas a una fuerte presión por parte de sus familias y de su entorno, recurren a medicamentos para ganar peso. Así, consumen infusiones y supositorios que les abran el apetito o aceites de masaje para desarrollar sus curvas. También adquieren, sin necesidad de receta, jarabes multivitamínicos, pastillas de corticosteroides o antihistamínicos, los cuales, si se les da un uso distinto del original, provocan un rápido aumento de peso. Incluso en algunos casos llegan a tomar pastillas para el engorde del ganado que se pueden encontrar en el mercado negro.

¡Ojo al dato!

Los efectos de las prácticas de engorde sobre la salud de las chicas mauritanas son muy negativos: hinchazón del torso y los brazos, diabetes, enfermedades cardiovasculares, riesgo de infertilidad… E incluso, en los casos más extremos, les puede costar la vida.

Tailandia: la obesidad se ceba con los monjes budistas

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Foto: Sasin Tipchai en Pixabay.

En Tailandia el budismo es la religión mayoritaria. A lo largo del territorio de este país del sudeste asiático existen más de 40.000 templos dedicados a esta religión.

La vida de los monjes budistas se rige por 227 reglas, entre ellas algunas que afectan a su alimentación y que, debido a su mala aplicación, ha hecho que en los últimos años casi la mitad de los monjes del país padezcan obesidad.

Los monjes budistas solo pueden comer dos veces al día (desayuno y almuerzo), y después de las 12 no se les permite ingerir alimentos, tan solo beber. Además, no pueden cocinar, por lo que su dieta depende únicamente de las ofrendas y las donaciones que les lleva la gente.

Siguiendo una tradición que se remonta a los tiempos de Buda, cuando despunta el sol los monjes salen con unos cuencos metálicos para mendigar la comida del desayuno. Los laicos les suelen donar arroz, verduras, carnes con curry o leche de coco y dulces con yema de huevo, ya que los monjes son los mensajeros que envían la comida a sus seres queridos fallecidos.

Esto ha hecho que los monjes consuman cada vez más comida basura y bebidas carbonatadas, y ello ha conllevado sobrepeso y otras complicaciones asociadas, como diabetes, colesterol alto y tensión por las nubes.

El problema se acrecienta si tenemos en cuenta que la vida monacal es por naturaleza muy sedentaria y que el único ejercicio físico que suelen realizar los monjes es el paseo para recolectar la comida de las ofrendas.

La salud de los monjes preocupa a las autoridades tailandesas que han iniciado una campaña para promover una vida más saludable y lograr que cambien sus hábitos de alimentación.

¡Ojo al dato!

El problema sanitario con los monjes budistas refleja el deterioro de los hábitos alimentarios en Tailandia, que es el país con mayor tasa de obesidad del sudeste asiático después de Malasia.

Islas Cook: la obesidad como consecuencia de la colonización

Las Islas Cook son un archipiélago compuesto por quince islas en el Pacífico Sur. Considerado un paraíso para los amantes del buceo con esnórquel y submarino y también para los recién casados, nadie diría que estos territorios, cuya población no llega a los 18.000 habitantes, presentan uno de los índices de obesidad más elevados del mundo

Un estudio realizado por la Universidad de Oxford señala los cambios sociales a que fue sometida la población nativa a raíz de asumir el protectorado británico entre 1888 y 1965 como la principal causa de esta epidemia.

Se sabe que los colonos obligaron a los locales a modificar su régimen alimenticio en pro de otras dietas, y ello hizo que se fueran perdiendo habilidades tradicionales de cultivo y preparación de alimentos. Los colonos enseñaron a los isleños a freír pescado en lugar de comerlo crudo y trajeron a las islas productos poco saludables.

Hoy en día, sin apenas recursos económicos, los habitantes de las Islas Cook basan su dieta en alimentos importados, más baratos, de peor calidad y ultraprocesados. A esto hay que añadir la creencia entre los isleños de que el consumo de este tipo de productos elaborados por grandes corporaciones occidentales es sinónimo de riqueza, estatus social y una muestra de opulencia.

¡Ojo al dato!

Un estudio publicado en la revista Nature Genetics considera el factor genético como uno de los motivos por el que los habitantes de estos territorios son más proclives a padecer obesidad. Según dicho estudio, la población de esta zona posee un gen que aumenta en un 35 % las probabilidades de sufrir sobrepeso. Ello se debería a las condiciones de aislamiento, que han hecho que los habitantes de estas islas tengan una capacidad de adaptación mayor a periodos de escasez.

Aquí termina nuestro viaje por estos cuatro puntos del mundo en los que la obesidad, de una forma u otra, está presente entre la población.

El viaje seguro que podría seguir por otros rincones del planeta.

¿Qué tal si eres tú quien lo continúa?

Te leemos en los comentarios.

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